Sunday, June 17, 2007

Autoengaño: Inteligente y...

"Duele verte con un tipo
al que le faltan las ideas
y le sobran argumentos..."
R. Arjona

En esa búsqueda que tienen las mujeres para justificar su relación con ese gorila mamaguevo que tanto tú como ella saben que no la harán feliz (pese a que pareciera que solamente tú te das cuenta de ello), nuestra idílica Carlota no cesa de buscarle atributos y calificativos, la más de las veces ficticios, al troglodita en cuestión.

Tal justificación se hace extensiva al momento en que ellas enuncian las características que para ellas debe tener el "hombre ideal". El discurso suele variar muy poco: "que sea inteligente, simpático, que me haga reír y que me comprenda". Más allá de la innata imposibilidad masculina de cumplir con alguna de esas características, se trata de un engaño retórico que se hacen ellas mismas, igual (o peor) al engaño de creer que el individuo en que ellas posaron su mirada el malhadado día en que nos enviaron a nosotros a la "Friend Zone" cuenta con esas características.
Aún peor: cuando el engaño tiende a rayar ya en lo descarado, no es extraño encontrar hipocresías como: "No me importa su físico, con tal de que..." seguido de la serie de idílicas características enumeradas anteriormente, o cualquier otra que ellas tengan a bien asignar a su especimen perfecto.


Determinar la falsedad de tales afirmaciones resulta sorprendentemente fácil si se pueden determinar los protagonistas del triángulo amoroso en el que LA CARAJA se encuentra inmersa. En el mejor de los casos, ambos protagonistas masculinos ostentan exactamente las mismas características atribuibles (simpatía, inteligencia, etc., etc.), salvo por una de ellas: el físico... ¿y por quién se deciee la caraja? Por quien tiene físico de mamaguevo, evidentemente.


A manera de ejemplo, cito una conversación que tuve con un amigo con el que tengo el infortunio de ser víctima de un triángulo amoroso perpetuo. Un tercero a nosotros dos, que conoce también a la caraja, asegura que el individuo por quien ella babea es (evidentemente) mi amigo. Y la excusa que da este tercero es que él (el mamaguevo, en este caso) "Eres periodista, has trabajado en periódicos, conoces a Cortázar y a Montejo y eres todo galán" (Resaltado mío). Pero da la casualidad de que, como el mismo "mamaguevo" (a quien en esta ocasión le tengo un gran aprecio, desafortunadamente) reconoce: "Tú (David) eres más periodista que yo, también has trabajado en periódicos". Y yo me atrevo a agregar que también tengo un modesto conocimiento (aunque no mayor interés) por Cortázar y Montejo...

Entonces... ¿Qué es lo que me falta? Dedúzcanlo...

Friday, June 15, 2007

¿¿...Cortázar??



Por recomendaciones variadas de amigos, compañeros de clase y profesores (además de por tratarse de un must que cualquier persona medianamente culta debería leer), decidí tomar de mi biblioteca el ajado ejemplar que tengo del clásico latinoamericano Rayuela de Julio Cortázar.

Pese a que soy de los que piensa que el incompetiblemente mejor de Latinoamérica es el Gabo, por reportero y escritor, por caribeño y por romántico, y pese a que aún tengo la convicción de que la poesía sureña es excelente pero la prosa excesivamente intelectual, decidí romper prejuicios e iniciar ese "avioncito" (traducción del vocablo argentino rayuela, referido al avión que se dibuja en el piso para saltarlo), de manera clásica: leyendo la novela al principio en orden.
Pero lo que encontré no me gustó, y quisiera compartirlo. Apenas en las primeras líneas de la novela, "el argentino que se hizo querer de todos", como lo llama García Márquez escribe: "Convencida como yo de que (...) la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribir o que aprieta desde abajo el tubo de dentrífico".

Confieso ser de los que precisa los encuentros no sentimentales, y con más razón los que pueden influir de alguna manera en nuestro estado sentimental e incluso estado civil. Por ser de los que les pone fecha, hora y lugar al amor ¿soy una suerte de minusválido o torpe que necesita rayas para escribir o un ahorrador compulsivo que extrae la máxima cantidad posible de los potes de pasta de diente o de Nucita?
A decir verdad, no lo creo. Dichosos aquellos a los que las citas les llueven como agua bajo la regadera. Pero quienes no tenemos esa suerte, los "desvalidos del amor", tenemos que luchar a trancas y barrancas por que esas mujeres perfectas que andan babeadas por un mamaguevo y que sólo nos consideran sus amiguitos se den cuenta de nuestra existencia y nuestro interés por ellas. Y eso nos obliga a emplazarlas. Punto.
Probablemente esté haciendo una "sobreinterpretación" de la frase de Cortázar. Sea como sea, leeré un par de páginas más a la espera de no encontrarme con otra muestra de arrogancia sentimental como esa. Si ese es el caso, pues volveré a mis lecturas tradicionales del nativo más famoso de Aracataca, capaz de darse cuenta "de que no solo es posible, sino que yo mismo, viejo y sin nadie (...) estaba muriendo de amor".