Autoengaño: Inteligente y...
"Duele verte con un tipo
al que le faltan las ideas
y le sobran argumentos..."
R. Arjona
En esa búsqueda que tienen las mujeres para justificar su relación con ese gorila mamaguevo que tanto tú como ella saben que no la harán feliz (pese a que pareciera que solamente tú te das cuenta de ello), nuestra idílica Carlota no cesa de buscarle atributos y calificativos, la más de las veces ficticios, al troglodita en cuestión.
Tal justificación se hace extensiva al momento en que ellas enuncian las características que para ellas debe tener el "hombre ideal". El discurso suele variar muy poco: "que sea inteligente, simpático, que me haga reír y que me comprenda". Más allá de la innata imposibilidad masculina de cumplir con alguna de esas características, se trata de un engaño retórico que se hacen ellas mismas, igual (o peor) al engaño de creer que el individuo en que ellas posaron su mirada el malhadado día en que nos enviaron a nosotros a la "Friend Zone" cuenta con esas características.
Aún peor: cuando el engaño tiende a rayar ya en lo descarado, no es extraño encontrar hipocresías como: "No me importa su físico, con tal de que..." seguido de la serie de idílicas características enumeradas anteriormente, o cualquier otra que ellas tengan a bien asignar a su especimen perfecto.
Determinar la falsedad de tales afirmaciones resulta sorprendentemente fácil si se pueden determinar los protagonistas del triángulo amoroso en el que LA CARAJA se encuentra inmersa. En el mejor de los casos, ambos protagonistas masculinos ostentan exactamente las mismas características atribuibles (simpatía, inteligencia, etc., etc.), salvo por una de ellas: el físico... ¿y por quién se deciee la caraja? Por quien tiene físico de mamaguevo, evidentemente.
A manera de ejemplo, cito una conversación que tuve con un amigo con el que tengo el infortunio de ser víctima de un triángulo amoroso perpetuo. Un tercero a nosotros dos, que conoce también a la caraja, asegura que el individuo por quien ella babea es (evidentemente) mi amigo. Y la excusa que da este tercero es que él (el mamaguevo, en este caso) "Eres periodista, has trabajado en periódicos, conoces a Cortázar y a Montejo y eres todo galán" (Resaltado mío). Pero da la casualidad de que, como el mismo "mamaguevo" (a quien en esta ocasión le tengo un gran aprecio, desafortunadamente) reconoce: "Tú (David) eres más periodista que yo, también has trabajado en periódicos". Y yo me atrevo a agregar que también tengo un modesto conocimiento (aunque no mayor interés) por Cortázar y Montejo...
Entonces... ¿Qué es lo que me falta? Dedúzcanlo...