El Gabo y el amor

Aparte de Cien años de soledad, toda una oda y alegoría a la perpetuación de la especie materializada en la familia Buendía, el Gabo escribió El amor en los tiempos del cólera, una novela inspirada en una historia de amor que dura "cincuenta y tres días, ocho meses y once días con sus noches" entre Florentino Ariza y Fermina Daza.
De igual manera no hay que olvidar la novela epónima que da nombre a este blog: Del amor y otros demonios, y Crónica de una muerte anunciada, una historia de amor, honor y destino, que García Márquez remató realmente años después de su publicación en una nota de prensa llamada "El cuento del cuento" .
Más recientemente, en 2004, publicó lo que hasta el momento es su última obra: Memorias de mis putas tristes. Una novela, más bien corta, en la que el escritor costeño retoma tres temas reiterados en su narrativa: el amor, la vejez y la muerte, a través de un encuentro platónico entre un nonagenario cumpleañero y una adolescente virgen.
De estas obras, además del resto de sus numerosos cuentos y notas de prensa, se pueden extraer muchas frases que pueden ser útiles para alegrarse o para deprimirse, pero que en conjunto dan una idea bastante exacta de cómo este genio de la prosa universal concibe el amor. He aquí unas pocas de ellas:
"...Y esa mirada casual fue el origen de un cataclismo de amor que medio siglo después aún no había terminado..." El amor en los tiempos del cólera (Primera edición) Bogotá: Oveja Negra, p.80)
"...Se puede estar enamorado de varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna..." (Ob. cit., p. 370)
"...Las mujeres piensan en el sentido oculto de las preguntas más que en las preguntas mismas..." (Ibíd., p. 382)
"Ángela Vicario descubrió entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas..." Crónica de una muerte anunciada (Primera edición) Bogotá: Oveja Negra, p. 122
"Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodíaco" Memorias de mis putas tristes (Primera edición) Bogotá: Editorial Norma p. 83.
"Aquella tarde(...) comprobé que no sólo era posible, sino que yo mismo, viejo y sin nadie, estaba muriéndome de amor". Ob. cit. p. 66